Prêt-à-Portea

Todo comenzó hace cinco años, durante la semana de la moda londinense, cuando a los responsables del hotel Berkeley, Londres, se les ocurrió personalizar los detalles con los que obsequian a sus huéspedes. Valentino y Oscar de la Renta fueron los primeros en recibir un mini postre inspirado en una de sus creaciones. La idea tuvo tan buena repercusión que el hotel decidió ofrecer un servicio de té con pastelería en forma de prendas y vestidos durante la semana en que la alta costura se daba cita en Londres: nacía Prêt-à-Portea.
En el Caramel Room del Berkeley, templo donde tiene lugar esta gema inglesa, todo está pensado al detalle. La porcelana consiste en platos y teteras blancos con bordes multicolor, signée Paul Smith, quien concibió este juego como un obsequio pensado para Elton John. Una precisa selección de tés verdes, negros, florales e infusiones se da la mano con una propuesta gastronómica de proverbial exquisitez. Para empezar, los sándwiches: se presentan de tres en tres, y el pan de molde llega sin corteza y con el tamaño justo para terminarlo en dos o tres bocados. Infaltables el de pepino y el de huevo con mayonesa y berro. Todos encuentran opciones, los vegetarianos y los más sofisticados, como los de pollo o los de salmón ahumado con camarones. Junto a los sándwiches se sirve además una bandeja circular de tres pisos. El inferior ofrece una selección de canapés y en los dos platos superiores se exhiben las auténticas estrellas del evento: cookies y delicias mini inspiradas en Balenciaga o Dior, vestidos Lanvin y Stella McCartney en fabulosa sincronía.
Para que los novatos no se sientan desorientados, el camarero ofrece una descripción detallada de cada uno de los modelos que desfilan ante los ojos del comensal. Empezará con el quinteto de canapés: espárrago verde con crema de tomate en pan de nuez, yogur con granada envuelto en un mini panqueque, el Valentino de gianduia, una mousse de avellana con crujientes perlas de chocolate, inspirada en los lujosos vestidos de Valentino. La pastelería, siguiendo la línea de los tejidos, se destaca por una textura rica y delicada. El trabajo se renueva con cada nueva temporada. Los ocho finalistas son el resultado de un proceso que comienza con cada temporada: apenas se lanza la colección primavera/verano, un equipo de seis chefs se mete de lleno en las creaciones otoño/invierno. Los pasteleros se reúnen con los editores de las revistas de moda más aclamadas para conocer de antemano las nuevas tendencias, una información privilegiada que irán moldeando en los fogones del Berkeley. El proceso pasa por el comité Prêt-à-Portea: un grupo compuesto por editores de moda, estilistas y los propios pasteleros. Aquí practican el critiquing, se escogen los colores, se pulen detalles, se descartan propuestas y se deciden los diseños finales. De unas 40 creaciones, sólo ocho llegan a las mesas del Caramel Room. Los chefs integran una cocina multinacional donde se habla español, francés, árabe o inglés australiano, y cada uno busca añadir su toque personal al bocado: en el canapé de bocconcini con aceituna negra sobre una rodaja de pepino se aprecia el inconfundible estilo italiano, mientras que el de salmón ahumado revela el impulso oriental. Los pasteleros viajan a los grandes desfiles y se codean con los fashion designers en New York, París o Milán. Y dan en la tecla, porque las creaciones que triunfan en las pasarelas son también las más apreciadas sobre la mesa. En 2010, Chanel fue la gran protagonista: su bolso de mano verde lima mutó en un biscuit tradicional muy esponjoso con sabor a té verde. Y el regreso de las rayas y los lunares de los años 20, otra creación de Cocó, hace las delicias en la pasarela culinaria: una panacotta de vainilla y frutillas con chocolate. Esta mezcla de crema, leche, gelatina y cacao marca un hito en el Prêt-à-Portea: es el primer pastel que se inspira en un traje masculino. Los diseños se amoldan a la estación: las colecciones de verano incorporan al menos un vestido y un bikini. El año pasado, por ejemplo, se impuso una cookie en clave de traje de baño de chocolate con glasé rosa de Christian Dior, referente de la moda en la década de los 40 y 50. Las colecciones de invierno, por su parte, apuestan por los abrigos y otro dulce en forma de bota. El cliente puede comer cuanto desee, porque los camareros reponen el servicio todo el tiempo. Y lo que no se come, se puede llevar envuelto en una delicada caja de cartón color pistacho. Un bonus interesante es la posibilidad de añadir un espumante de fina estampa, la taza de té deja paso a las más selectas burbujas en una copa de cristal de Baccarat. Un delicioso Extra Brut Veuve Cliquot Rosé y Bollinger son las etiquetas que emergen de la refinada cava.

Precio del servicio por persona: 70 dólares. Con champagne la cifra asciende a 84 dólares.

Todos los días, de 13 a 18 horas. Sugieren reservar con dos meses de antelación para una mesa el fin de semana. Los huéspedes del hotel tienen una mesa asegurada.

PRÊT-À-PORTEA
Caramel Room, en The Berkeley Hotel
Wilton Place, Knightsbridge, Londres
T. 44 (20) 7235 6000
www.the-berkeley.co.uk